viernes, 17 de julio de 2009

Antonio Montes de Oca: la fragmentación del espacio y el color

Antonio Montes de Oca (2000) Espacio abierto. 135 x 115 cm. Acrílico sobre tela.

Nace en 1968 en Carora, Edo. Lara. Entre los años 1987 y 1990 emprende estudios de Arte puro en la escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar, ubicada en su localidad natal. Hasta ahora ha recibido más de quince premios y menciones honoríficas entre los que destacan el premio Joven Artista Menor de 35 años, otorgado en la I Bienal Nacional de Artes Visuales Ciudad de Barquisimeto y el vigésimo Premio Municipal de Pintura de Maracay. Ha participado en múltiples exposiciones colectivas e individuales. Obras suyas enriquecen colecciones públicas y privadas de diversos países, entre ellos: Venezuela, Alemania, Colombia, Cuba, España, México, Suiza, Portugal, Puerto Rico y Estados Unidos. Su obra se caracteriza por presentar espacios fragmentados, que evocan la realidad con su propio lenguaje. En cuanto al uso del color, Antonio Montes de Oca se muestra intuitivo y libertario, haciéndonos ver nuevas posibilidades en cuanto a su aplicación y caracter. Por estos motivos, la obra de este creador caroreño significa un novedoso aporte a la imaginería venezolana, la cual, gracias a él, tiene otra realidad que incluir en su historia.

Arriba: (1997) Póker y ajedrez. 159 x 104 cm. Acrílico sobre tela.

Abajo: (1999) Composición con puerta, mesa y ventana. 140 x 111. Acrílico sobre tela.

lunes, 22 de junio de 2009

Oswaldo Vigas: sabia fortuna


Oswaldo Vigas, S.T. (1985) 78 x 64
Oswaldo Vigas es uno de esos artistas bendecidos a partes iguales con talento y reconocimiento oportuno. El maestro, nacido en el año 1926, comenzó su vida en la pintura en 1941 cuando se acerca al arte de manera autodidacta y realiza sus primeros dibujos. Al año siguiente recibe su primer premio por unas ilustraciones de poemas. Ese mismo año inaugura su primera exposición individual en el Ateneo de Valencia. Sus primeras obras son figurativas. Luego, en los años 1943, 1944, 1945 y 1947 participará en las primeras ediciones del Salón Arturo Michelena. Dos años después, se muda a Caracas y se une al Taller Libre de Artes, agrupación que surgió como alternativa a la preceptiva de la escuela de Bellas Artes. En esta época el pintor descubre la cerámica precolombina, la cual estimulará el afán de síntesis y misterio de su obra.
En 1952, un doble éxito lo espera: el pintor recibe el Premio Nacional de Pintura y el premio John Boulton. Con el dinero de esos premios, viaja a París, ciudad que será su residencia por 12 años. Al año siguiente, participa en la II Bienal de Sao Paulo y en el IX Salón de Mai. Este último se habìa convertido en la reunión artística más importante de post guerra, contando con la participación constante de artistas de la talla de Pablo Picasso. Tres años más tarde Vigas conocerá a Picasso con motivo de una exposición que se planificaba en Venezuela, pero que no prosperó. A pesar de vivir en Paris, el artista se involucra con los sucesos venezolanos de 1958 en contra de la dictadura de Pérez Jiménez. Más tarde en 1962, el artista comenzará a colaborar en calidad de reportero en periódicos como Últimas Noticias y revistas como Venezuela Gráfica. Dos años después, regresa a Venezuela con su esposa Janine.
En 1970, Vigas se integra al grupo de artistas Presencia 70, el cual demostraba su descontento por la ausencia de Salones de Exposición. En 1971 y 1972, se dedicará a la elaboración de tapices y serigrafías respectivamente, demostrando su constante necesidad de aprendizaje. De la misma manera, el artista en los años ochenta explorará las posibilidades de la pintura sobre cerámica.
Este recuento de actividades sólo menciona los hechos más llamativos. Oswaldo Vigas destaca por hacerse notar en contínuas exposiciones individuales y colectivas, a nivel nacional e internacional. De esta manera se ha consolidado como uno de los personajes más importantes de la plástica venezolana.

martes, 9 de junio de 2009

Armando Reverón y el momentáneo desapego de sí mismo

Armando Reverón, Taller de la corporación del puerto (S.F). 94 x 114.

La obra del maestro Armando Reverón (1889-1954) se caracteriza generalmente por su desconexión con el contexto social e histórico en el que se produce. Es decir, gran parte de su obra está formada por desnudos femeninos, autoretratos y paisajes en los que priva la ausencia de cualquier referente contemporáneo. Por este motivo, vale destacar una serie de obras producidas hacia el año 1945, que muestran un novedoso interés por parte del artista hacia las actividades humanas. Entre estas, se debe mencionar el Taller de la corporación del puerto (S.F., aunque ubicada por el crítico venezolando Alfredo Boulton en el año 1945), la cual forma parte de la colección de Galería San Francisco. Sobre esta época, Alfredo Boulton, en su libro La obra de Armando Reverón (1966), señala que la muerte de la madre del pintor en 1943 produjo un gran sobresalto en su delicada psiquis, llevándolo a internarse en el sanotorio del doctor Báez Finol (psiquiatra y amigo) durante unos meses. A su salida, regresa a Macuto, pero manifestando un nuevo interés por las actividades del cercano puerto de La Guaira. El estudioso comenta que la intención del maestro en este período es "Trasladar íntegros al lienzo los tintes exactos y directos de la propia tierra (...) Fue esa, sin duda la época en que vio de manera más violenta y brutal". En la obra Taller de corporación en el puerto, la luz blanca no invade todo el espacio, sino que apenas tiene dos entradas: una en el lateral izquierdo, que ilumina a los trabajadores, y una en el lateral derecho, que aclara el fondo del taller. Retoma el uso del color negro para representar el techo con sus sombras. Por último, usa el color terracota y azul para extraer ciertas figuras de la monocromía. Uno de las aspectos interesantes de esta obra es que se aleja de los leit-motives reveronianos (el desnudo femenino o el autoretrato) para observar y documentar las actividades de la sociedad (por ejemplo, el trabajo de los obreros en un galpón). El diagnóstico psiquiátrico del artista elaborado por el doctor Báez Finol (citado por Alfredo Boulton) es el siguiente: una personalidad esquizoide, aislada emocionalmente, pero con una capacidad perceptiva e intelectual totalmente normales. Ese aislamiento emocional le dificultaba relacionarse con los demás y lo llevaba a perpetuar su viaje interno. Por esto, cobra importancia esa extraña pintura realista de Reverón, pues, en nuestra opinión, da cuenta de un repentino deseo del artista de comprender el mundo externo, abandonando por un momento sus propias obsesiones.

Referencias Bibliográficas
Boulton, A. (1966) La obra de Armando Reverón. Caracas: Ediciones de la Fundación Neumann.
Calazadilla, J (1979) Armando Reverón. Caracas: Ediciones Corpoven.
Varios autores (1992) Reveron. Caracas: Fundación Galería de Arte Nacional y Fundación Banco Mercantil.

jueves, 4 de junio de 2009

José Boraure Lara: acogedora imaginación


José Boraure, Flores en el patio (2009) 130 x 100

Pintor nacido en el estado Lara en 1962, se considera adscrito a la escuela del paisaje larense. Realizó estudios en la Escuela de Artes Martín Tovar y Tovar en Barquisimeto, además de Diseño Gráfico, Publicidad y Mercadeo, Aerografía, Anatomía y Figura Humana. Vivió un tiempo en Israel donde continuó su formación técnica y artística. Además de ser artista plástico, se ha desempeñado como dibujante y diseñador gráfico. Participó en la creación de la Galería de Arte Larense y el Instituto de Diseño Gráfico de Barquisimeto.
Realizó una gira por Medio Oriente y participó en Art-Expo
en Nueva York.

Ha expuesto su obra en Lara, Falcón, Portuguesa, Caracas (MACCSI), Maracaibo, Trujillo, Bolívar, y en el exterior en Tel’Aviv, Jerusalem y Nueva York.
Obtuvo el premio mayor en la novena Bienal de Artes Visuales en Falcón.
La temática que más trata son los paisajes nativos, la naturaleza tropical y la arquitectura colonial. Generalmente mezcla todos estos elementos en escenas pletóricas, llenas de colorido, en las que alternan las flores, el campo y el mar con espaciosos corredores y casonas antiguas que invitan al recuerdo. Su pintura es serena y evocadora de otras épocas. Representa rincones tranquilos, lugares recoletos que atraen la paz y al descanso.

martes, 2 de junio de 2009

Julio Díaz: el arte, herramienta de extrañamiento

Julio Díaz, El mesón (1998) 156 x 184

Nació en el año 1963 en Cartagena, Colombia, pero vive, estudia y trabaja en Venezuela. Realizó estudios de Artes Plásticas, mención Artes Gráficas, en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas. Es miembro fundador del grupo ETAG (Época, Tiempo, Artista, Generación). Se ha desempeñado como ilustrador para la página cultural de Últimas Noticias, instructor en la Casa de la Cultura Cencom, organizador del taller Madera Viva y autor del mural Presencia y lenguaje en la escuela Cristóbal Rojas. A partir de 1980 ha estado presente en numerosas exposiciones individuales y colectivas en Caracas y la zona metropolitana, La Guaira, Maracay, y estado Falcón.

En su obra reciente domina el uso de colores oscuros de la gama de los grises y marrones y el empleo de una técnica mixta que permite la creación de texturas alucinantes e insólitas. En otras ocasiones explora el azul brillante como color único en sus obras. Vale decir que sus pinturas tienen dos estilos fundamentales: uno cotidiano, que busca representar los
objetos de todos los días añadiéndoles ciertas dosis de extrañamiento (obras como El mesón, Almuerzo), y uno surrealista, en el que se crean atmósferas pesadas con personajes en situaciones sin sentido (obra ubicada a la izquierda, Naufragio de los waraos, 2004, 69 x 109). Dentro de ese último estilo su serie de canoas voladoras con ruedas, imagen que escapa del análisis racional, para entrar en el dominio del sueño.
Julio Díaz, Almuerzo (2002) 150 x 132

lunes, 25 de mayo de 2009

Héctor Poleo y la atmósfera del sueño

Héctor Poleo (1969) Et tout reprend et reprendra. 130 x 130 cm.


Según Alfredo Boulton (1986), la última etapa de la obra de Héctor Poleo desarrolla desde 1960. Se caracteriza en primer lugar por un abandono parcial de la composición lineal (aunque en algunas obras la reutiliza) que había acompañado a la etapa anterior. Se desarrollla un nuevo estilo formado por rostros humanos reducidos a sus trazos esenciales, manchas de colores en transición y figuras orgánicas que se pueden asociar a lo vegetal. En otros casos se presentan perfiles humanos con deformaciones craneanas similiares a los que se pueden encontrar en la pintura egipcia. Esto va asociado a un cambio en la técnica pictórica que hace posible estas novedades: sustituirá el óleo por la caseina y el acrílico. La caseina es un aglutinante derivado de la leche que ofrece una gran resistencia del color al paso de los años y amerita una ejecución rápida de la obra ya que seca en 24 horas. El acrílico tambien tiene esta particularidad, por otra parte ambas pinturas tienen una menor capacidad de cubrimiento que el óleo por lo que necesitan una mayor certeza de ejecución. Sobre el uso de estos materiales y su nuevo estilo, afirma Alfredo Boulton (1986): "cuando comenzó a utilizar la caseina y el acrílico, fue cuando dio a sus telas una mayor ambientación poemática en la intención general de la imagen, configurando increibles espacios ambientales de manchas abstractas" (p. 83). Un ejemplo de estos novedosos ensayos es la obra Et tout reprend et reprendra en la que un perfil femenino y uno masculino se oponen, como a punto de besarse. Una bruma gris y rosada con detalles de alta luminosidad recubre a estas dos figuras, otorgándole al cuadro una sensancion etérea y misteriosa. En el caso de la obra La rose (abajo a la derecha, 1966, 54 x 65 cm), se puede decir otro tanto: un perfil femenino emerge de un fondo rosado que parece desvanecerse. Este perfil tiene las señas de una obra egipcia (El ojo representado está de frente y no de lado, como lo exige la perspectiva). Llama la atención cierto aspecto al estudiar el conjunto de la obra de Héctor Poleo. El artista comenzó con una visión muy particular del campo y desarrolló casi paralelamente una obra surrealista que se valía de muchos signos de la realidad. Con el pasar del tiempo estos signos se estilizaron gradualmente, para sobrevivir sólo algunos (los perfiles, las cabezas achatadas) y la atmósfera de las obras ganó importancia, dejando de lado el objeto de representación. ¿Por qué? Nos aventuramos a pensar que, en su afán de comunicar, el gran artista ignoró su lenguaje para adentrarse en las sensaciones y las emociones, las cuales se viven y no se interpretan. Tal como los estudiosos señalan, abandonó la anécdota, para transmitir otra cosa, más parecida a las sensaciones procuradas por los sueños. Parece adecuado recordar cierto soneto de Jorge Luis Borges titulado El sueño: "(...)¿Por qué es tan triste madrugar?/ La hora nos despoja de un don inconcebible,/ tan íntimo que sólo es traducible / en un sopor que la vigilia dora/ de sueños (...)".

Referencias bibliográficas:

Boulton, A. (1986) Poleo. Milan: Ediciones Macanao y Alfredo Boulton.

Elgar, F. (1970) Poleo. Caracas: Ediciones Armitano.

Diehl, G. (1989) Poleo. Caracas: Ernesto Armitano Editor.

martes, 19 de mayo de 2009

Pablo Benavides: paisajista moderno

Pablo Benavides. Vivero con claveles. (1981) 40 x 50 cm

El maestro Pablo Benavides nació en Caracas, en 1918, año en que ya el Círculo de Bellas Artes había dejado de reunirse. Cuando comenzó sus estudios de pintura en las Escuela de Artes Plásticas a la edad de 27 años (Calzadilla, 1999) tendría como profesores a antiguos integrantes del Círculo (Antonio Edmundo Monsanto, César Prieto) y a Marcos Castillo, un poco más joven que los anteriores. De los primeros, tomaría el gusto por pintar paisajes del natural, y del segundo la consciencia de la importancia del color.


Como pintor de paisajes hay que notar la importancia de la luz en su obra. Sobre esto, el artista expresó "En la pintura, intento que la luz se proyecte desde el cuadro y no hacia el cuadro, para hacer de la luz un objeto concreto" (Calzadilla, 1999, p. 37). Más adelante el artista explica que es el color el que permite crear esta sensación de luminosidad. Es notoria la tendencia al equilibrio entre colores fríos y cálidos y el uso de colores que pueden escapar del estricto naturalismo.

Por otra parte, se debe señalar la particularidad de la textura en las obras del maestro. Uno de los instrumentos preferidos por él es la espátula dentada, la cual, según declaró, "...deja una estela, una textura corrugada a su paso por la superficie del cuadro (...) El resultado es que ella hace que la luz vibre en el cuadro." (Calzadilla, 1999, p. 38). Y no sólo vibra la luz, la superficie de las cosas tambien se vuelve etérea, otorgándole ese aspecto tan decisivo en la obra de Benavides.


Referencias bibliográficas
Calzadilla, J. (1999) Pablo Benavides. Caracas: Armitano Editores.



Pablo Benavides. Laguna. (1957) 55 x 78.